La extrusión del secuencial trazo áureo conforma un entramado tridimensional a partir del cual el volumen arquitectónico es definido.  Aquella densa matriz espacial irá siendo revelada por la continua aparición de planos horizontales y verticales que se perforan, encuentran, suceden; componiendo los diversos espacios interiores.

El cuerpo principal es materializado por una gruesa banda perimetral de travertino que levita sobre el terreno con desafiante ingravidez al ser soportada por una estructura metálica remetida.  Cocina, desayunador y sala de TV serán definidos por ciertos injertos autónomos como muebles flotados, mamparas o  muros que definen el espacio sin contenerlo al permitir la prolongación de la visual  por encima de ellos. La sala se hunde  en el terreno provocando un recorte en la pieza de travertino,  descendiendo la visual  para  liberarla, por centímetros, del paño del espejo de agua y el jardín.  En el primer nivel la sala de TV y las recámaras irán provocando ciertas perforaciones  o salientes en esa  piel perimetral permitiendo el acceso de la luz y el viento. El volumen de servicios en el segundo nivel se desprende de la cinta circundante de travertino, creando al frente una terraza tan sólo definida en su parte superior por un entramado de vigas de madera.

El cuerpo lateral vidriado, que contiene en el primer nivel baño- vestidor principal y en planta baja comedor, se extiende longitudinalmente en ambas direcciones mediante la sucesión de intermitentes reflejos provocados por un  extendido espejo de agua lateral.

El trazo rector será advertido como un flujo venoso continuo que recorrerá plantas, fachadas y muros evidenciando aquella línea vital que morfológicamente define la totalidad del cuerpo arquitectónico.